martes, 5 de abril de 2011

DISTRÁEME

Distráeme, proyéctame hacia tu boca, reconcilia mi mirada con tu nombre, transpórtame al azul que gira sobre el cáliz de una flor. Si tú quieres, llévame hasta postergar el futuro; manipula mi vista y mi oído, para que no vea la cuesta de la sombra en las esquinas de la verbena. Condúceme al ciclón de mis deseos. Quiero ser un uno anónimo, sumergido bajo la cúpula de tu pubis, enraizado entre tus muslos. Si tú quieres, llévame también, asido, a la transparencia del agua de la fuente, pero, por favor, que la fuente no sea de mármol no fuera que me encuentre conmigo mismo. abandóname en vagabundos días de lluvia para que pueda sentir el chasquido tangible y penetrable sobre mi piel de la misteriosa sabiduría del agua. Si la obra del tiempo ya está hecha, entrégame el instante de la combustión de tu vientre en llamas, que no se evapore el tacto, que haga tiempo esperando lo invisible. Pero, que no se destiña el aire de unos cuerpos ofrecidos al diálogo, de unos cuerpos que son segmentos de las horas, que se nos entregan ilusoriamente al principio de cada día.

"Del azar de los días" (Ed. Alhulia). Un abrazo, amigo Pedro