
Cuando escuchamos una melodía nuestro cuerpo tiende de forma espontánea a entrar en movimiento, siguiendo y dejándose llevar por el ritmo. El movimiento de nuestro cuerpo, a su vez, va provocando diversas sensaciones y sentimientos. Así, cuando escuchamos una pieza musical suave nos movemos meciéndonos lentamente de un lado a otro, acunando nuestro cuerpo y apaciguando el alma.
La danza circular es fundamentalmente MEDITACIÓN en movimiento. MEDITAR es estar con uno mismo y en conexión con el Universo. Muchos son los caminos que nos llevan hacia nuestro propio interior a la vez que nos conectan con lo Infinito. Cualquiera que sea la forma, para alcanzarlo es necesario transitar por tres estados de conciencia precisos: la conciencia de nuestro cuerpo, la conciencia de nuestros pensamientos, la conciencia de nuestros sentimientos. La consecuencia natural de estos tres momentos, es tomar conciencia de que somos y como estamos, sin más.
Una de las DANZAS que te recomiendo es "MENOUSIS"
(con imágenes de la Isla Griega -Santorini-
donde nos veremos este verano):
Todo esto es lo que nos ocurre cuando DANZAMOS en CÍRCULO. Tomamos una danza y comenzamos a ejecutarla plenamente conscientes de nuestro cuerpo. Así, conscientes del movimiento de nuestro cuerpo, libre la mente de todo pensamiento organizado distinto de la danza misma, avanzamos hacia la toma de conciencia de nuestras sensaciones, de lo que cada una de las danzas provocan en nosotros. A partir de este instante, estando completamente centrados y concentrados en el momento que vivimos; comenzamos a percibir que tomamos contacto con nuestro yo más íntimo, percibimos la conexión con la Tierra, con el Universo, sentimos un flujo energético que nos produce distintas sensaciones físicas y emocionales, y que por estar tomados de las manos vamos compartiendo con los demás miembros del círculo.